Presentación Maestra de Euritmia

Soy Anita Gisela Arce, maestra de Euritmia de esta linda escuela, Rudolf Steiner de Montevideo.
Nací en Lima – Perú y desde hace un año estoy viviendo aquí en Uruguay.
Mi encuentro con los niños de esta escuela ha sido muy colorido y a la vez hermoso, encuentro del cual estoy enormemente agradecida con los maestros por la confianza y la oportunidad de abrirme las puertas de esta escuela. Así que desde septiembre del año pasado he venido acompañando no solo a los niños de la primaria sino también a los del jardín en este camino de aprendizaje y de vivencias significativas para el desarrollo de cada uno de ellos.
A fines del 2018, luego de algunas experiencias en el ámbito artístico en Suiza y habiendo concluido antes mi formación como euritmista en Alemania, decidí volver a Sudamérica y empezar mi labor pedagógica. Entonces elegí como destino el Colegio Micael en Lima. Así desde el 2019 hasta inicios del 2020 pude trabajar arduamente en esta escuela con el único impulso de acercar la vivencia de la Euritmia a los niños, maestros y padres. Vivencia de la Euritmia que no sólo es artística-pedagógica, sino también pedagógica-sanadora.
Del por qué de la Euritmia en las escuelas, quizás ahora solo puedo compartirles que este bello arte del movimiento dentro de la pedagogía Waldorf fue recomendado por el fundador de la Antroposofía, Rudolf Stenier, quien consideraba que era importante poder trabajar este arte en las escuelas por su cualidad musical y verbal formativa y así de esta manera ayudar al proceso encarnatorio de los niños, generando armonía y orden en el encuentro de sus cuerpos o miembros constitutivos (espiritual y terrenal). Por eso cada clase está acompañada de una parte musical y otra poética (verbal), donde se realizan gestos unidos al alfabeto y formas geométricas unidas a la percepción del espacio.
Al igual que los niños quiero seguir sorprendiéndome y seguir aprendiendo de todo lo que como maravilla y verdad divina vive en este mundo y en el interior de cada individuo. Y con la misma confianza que ellos depositan en nosotros los adultos, quiero yo también confiar en la fuerza transformadora que vive en cada ser humano para que nuestros actos devengan luz, luz que alumbre el destino de estos niños.