Memorias de Estación

Miro el reloj… ¿cuándo se hizo tan tarde? ¿cuántas horas podré dormir?. Sigo un poco más. Cada vez falta menos, y cuanto más avanzo, siento que más me falta por terminar.
No sé que hora sería cuando por fin logré acostarme. Cuánto habré dormido, mejor ni averiguar.
Lo que sí sé con total certeza, es que cuando sonó el despertador tan temprano esa mañana de sábado, salté de la cama tomada por una energía única. Eufórica, nerviosa, entusiasmada y decidida, apronté el mate y salí para la Escuela.


Apenas llegué, la energía del ambiente me envolvió por completo. Entre abrazos, sonrisas y algún ¡permisooo que pesaaa! poco a poco fui cayendo en la cuenta: esto realmente está sucediendo.



En poco tiempo la Escuela estaba vibrante de calor otoñal, hermosas guirnaldas hechas por niñas, niños y maestras decoraban las áreas comunes, y en la entrada un pizarrón anunciaba que la magia estaba a punto de ocurrir. Sobre las 11 de la mañana ya estaba todo listo para comenzar, la Feria Otoñal rebosaba de color, y los numerosos stands lucían con gran dedicación y esmero sus espléndidas creaciones.



No sé cuántas horas duró la feria… ¿o fueron segundos?. Cada instante más intenso que el anterior, cada encuentro más significativo, cada cruce de miradas, más revelador. De un momento a otro la Escuela abrió sus puertas, y por nuestros caminitos desfilaron sin parar decenas de personas, seres de nuestra comunidad tanto como curiosos espectadores, todos con la sonrisa en el rostro y el brillo en los ojos. ¡Sopa calentita! se escuchaba a lo lejos, entremezclado con las notas de un violín y los acordes del teclado. Risas de niños, besos de abuela, charlas fugaces y sentimientos profundos.
¿Todo eso hacés vos?
¡Sí, con mis propias manos!
Quiero llevarme todo.
¡Vendoo vendooo, hojitas de árbol!
¿Cuánto falta para la próxima?
Es la pasta frola más rica que comí en años.
¡No sabía que las maestras cantaban así!



El guiso nunca supo tan rico. La música nunca sonó tan alegre. El otoño nunca fue tan soleado… como el pasado sábado 7 de mayo de 2022.
Nuestra amada Escuela volvió a abrir sus puertas.
Lo que comenzó a soñarse con el calorcito estival, casi delirio, casi imposible. Lo que comenzó pequeñito, algunos puestitos y un poco de música, fue tomando forma y creciendo a pasos agigantados, alimentado por el ímpetu de unos valientes soñadores, fraternos artesanos, artistas de nuestra comunidad. Comprometidas familias, consigo mismas y con la comunidad toda, tejieron con esmero el entramado bajo el cual, todas y todos pudimos cobijar el encuentro una vez más.
Sin dudas, todo lo vivido se hizo un lugar muy profundo en nuestra memoria. Caminando juntas, juntos, hacia un horizonte fraterno, desde un presente colectivo, comunitario y afectivo.
¡Gracias por soñar! ¡Gracias por creer! ¡Gracias por crear!
Será hasta el invierno.
Mtra. Lucía Valdez