La Enseñanza de Idiomas Extranjeros

Querida comunidad: nos acercamos nuevamente a ustedes, en esta oportunidad con información relacionada a nuestro quehacer en las clases de lenguas extranjeras. En el espacio de coordinación de maestras de idiomas tenemos un momento de estudio, gracias al cual vamos construyendo la imagen de lo que es la enseñanza de lenguas extranjeras en la escuela Waldorf.
Después del cambio de dientes, en el segundo septenio, el niño ya no necesita toda su energía para la formación de su cuerpo y aparecen las facultades de la imaginación y el recuerdo. Por suerte persiste la imitación como herramienta para el aprendizaje. Igual que para la adquisición de la lengua materna, también para hablar la lengua extranjera la base es el movimiento de las extremidades de la primera infancia, que ayuda a que la musculatura fina se modifique en la región de la garganta. A partir de ahora ya no hablamos tan fuerte a lo corporal del niño sino cada vez más a lo anímico.
El niño hasta los 10 años aún puede recibir el idioma con su completa estructura, es decir con cuerpo, alma espíritu. Por esto, junto con el elemento exterior de lo sonoro-musical , también recibe lo interior-anímico del idioma.
Para Rudolf Steiner la utilidad de la enseñanza figura recién en segundo lugar. Lo primero es vivenciar el idioma. Entendía que para ser ciudadano del mundo es necesario complementar la vivencia de nuestro idioma materno con dos idiomas más. En su visión la forma de hablar no solamente influye en diversas capas de la vida social sino más allá, es base para poder acceder de noche al mundo espiritual.
El aprendizaje de idiomas de manera vivencial, pleno de impresiones anímicas, nos ayuda a ser un ser más completo e independiente de unilateralidades. Para lograr la vivencia, la enseñanza del idioma en los primeros años es a través de mímica, gestos, ritmos. A través del aspecto sonoro-imaginativo y el elemento rítmico-musical los niños pueden encontrar un acceso inmediato al idioma nuevo mediante el sentir.
El idioma en las clases no se relaciona con palabras traduciendo, sino directamente con objetos, siempre apuntando a lo vivencial. La comprensión tiene un rol secundario. El contenido se basa en las cosas concretas (cuerpo, clase, actividades). Las dinámicas siempre llevan desde el movimiento otra vez a la calma. Al comenzar la enseñanza, se empieza hablando en coro, recién después individualmente. Lo artístico es el gran aliado.
Muy diferente a lo que se acostumbra a pensar y ejercer comúnmente, Rudolf Steiner describe cómo los conceptos sobrecargan la memoria mientras que lo visual-artístico genera memoria. Las facultades pueden aparecer en el aula y desaparecer cuando salen de la clase. Es un aprendizaje contextualizado, ligado a situaciones concretas donde se busca alternar actividad-escucha, tensión-relajación.
Al final de los tres años se obtiene: un tesoro léxico, giros lingüísticos útiles, sonidos importantes de la otra lengua, una sensación certera para la melodía de sus oraciones.
Se trabaja vocabulario relacionado con partes del cuerpo, objetos del aula, orientación en el espacio, preposiciones, colores, números, la hora, plantas y animales, el tiempo atmosférico, días de la semana, meses, estaciones fiestas del año, oficios y profesiones.
Si bien todo hablar está impregnado de gramática, los niños aún no son conscientes de ello así se mantiene durante los primeros años. No queremos endurecer a las fuerzas aún flexibles del niño con conceptos demasiado fijados. Para entrar en ejercicios de diálogo, no se usan textos banales, sino se buscan los que sean lingüísticamente valiosos, estéticamente atractivos.
En cuanto a la escritura, Rudolf Steiner recomienda que sea lo más tarde posible. En general en el correr del tercer grado se escriben las primeras frases sencillas escritos.
En próximos boletines continuaremos compartiendo con ustedes más sobre el trabajo en idiomas. ¡Hasta la próxima!
Mtras. de Lenguas Extranjeras