Ascensión, Pentecostés

La humanidad está percibiendo al mundo a través de una visión, que mayormente, se apoya en lo material. Acceder a lo supra-sensorial se nos hace cada vez más difícil, y paradójicamente, debemos de tener en cuenta que nunca en la historia de la raza humana estuvimos tan capacitados para este fin.

Sin embargo, sabemos muy bien, que estamos rodeados de radiaciones, energías y muchos otros fenómenos que no se perciben con los sentidos básicos humanos, pero sí sentimos que están a nuestro servicio. Aunque lo sabemos, no lo tenemos en cuenta, lo olvidamos y no tomamos esa sensación de certeza como algo válido y real.

La celebración de las fiestas cristianas quiere ayudarnos a cultivar esta sensibilidad para conectar con las cosas que realmente sostienen nuestra vida, atrás de lo visible. Es un camino de ejercitación que nos brinda año tras año una nueva posibilidad de recordar nuestro gran potencial.

En la fiesta de Ascensión (40 días después de Pascuas, 18/5 este año), se nos presenta la imagen de Cristo, que después de su resurrección, después de superar a la muerte física y después de convivir con sus discípulos nuevamente, “desaparece” en una nube. Los discípulos no lo pueden ver más, su visión no alcanza las regiones a las que Él avanzó. La nube presenta el reino de los elementos.
El Cristo se queda en una esfera alrededor de la Tierra. Volverá, cuando el ser humano haya aprendido a percibir esta esfera.

La tarea es prepararse de manera tal, que lo que vive en nuestro alma pueda ascender. Como el calor hace ascender al agua, el calor del alma nos puede elevar de tal manera, que desde el cosmos nos encuentra el espíritu.

Cuando en el evento de Pentecostés, 10 días más tarde que Ascensión, los apóstoles se presentan según la imagen que relata la Biblia, frente a una multitud, todas las personas los entienden, aunque todos hablan muy diversos idiomas y dialectos. En muchas pinturas se presenta el evento con llamitas fogosas encima de las cabezas de los discípulos y una paloma blanca, representando el espíritu.
El lenguaje del espíritu es entendido por todos por igual.

Es nuestra responsabilidad cultivar la llamita del calor del alma, para que el cosmos pueda responder con el espíritu. Entonces, tal vez, llegaremos a entendernos nuevamente mejor los unos a los otros para algún día poder formar una comunidad de individuos.

Comisión Celebraciones


Pentecostés en Jardín
Pentecostés en Jardín
Post by Colegio Waldorf

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